Buscando un título para este blog ( no me he roto mucho los sesos) no he podido obviar el peligro de que alguien pudiera pensar que éste es uno de esos blogs de instagramers que hacen publicidad a bares nuevos. En plan mobiliario escandinavo, botes con cinco tipos de azúcar moreno y smoothie del día..
Nada más lejos del objetivo de éste humilde espacio.
Supongo que imbuido por el espíritu de los fantásticos artículos de Carlos Garrido en Diario de Mallorca pensé que ,de alguna manera, había que documentar la existencia de los bares y cafés de Palma (ahora que la Sibila ya nos ha anunciado la inminente desaparición de casi todos ellos). Coger el testigo del añorado"Puticlubs" de 40putes, y compilar, de forma más sentimental que sistemática, los diferentes espacios de la Ciudad que me reconcilian con el género humano, pues de eso creo que van los cafés
Uno no deja de tener una relación un poco irracional y fetichista con los cafés. Difícilmente se puede justificar que la diferencia entre un bar sublime y un café poligonero estriba en que el café lo sirven en vaso de cristal.
A lo largo de este recorrido me he repetido una pregunta. ¿Qué elementos hacen que un bar normal se convierta en un CAFÉ ( con mayúsulas). ¿ La antigüedad? No creo. Ahí tenemos cafés antiguos como el Moderno que no despiertan ningún sentimiento en sus visitantes.. ¿La simpatía? Nadie en su sano juicio diría que va al Sagrera por la afabilidad de su dueño. Decoración, ambiente, materia prima, producto estrella... Ningún elemento, por si mismo, determina el éxito de un café.
Sentado en unas duras sillas de formica, con unos camareros que difícilmente esbozarán algo similar a una sonrisa y con un producto natural que no es para tirar cohetes a uno le cuesta entender porque Steiner fundamentaba su "cierta idea de Europa" en estos recintos. Y sin embargo alguna de las sensaciones más placenteras de mi vida, de manera incomprensible, las he vivido entre sus cuatro paredes
Bueno, vamos allá…